Desde lejos todo se ve diferente, las construcciones que uno niega son las que están dentro de uno, las cosas más básicas con las que se convive día a día por momentos son negadas, pero llega un momento de reconocimiento del yo un punto donde se comienza a entender el valor simbólico y la comprensión de los detalles más simples. Eso me pasa (o al menos es lo que creo que me pasa, no sé qué diría un psicólogo) identifico y reconozco claramente mi sociedad, mi gente y el entorno que deje y junto con ello todo lo que le dio forma a algo que actualmente soy. Por el momento solo puedo decir, amo mi país, si ese país lleno de desorden, donde en una ciudad tenemos 22 millones, donde en otra tenemos 4, donde las chalupas, el pozole y los tacos son parte de nuestra dieta básica (todo con altas cantidades de gras y jartooooo picante) donde las novelas influyen en la sociedad, donde la violencia se mescla con el teatro y la gimnasia dando como resultado final la lucha libre, donde te emborrachas con mezcalito y escuchando a José Alfredo para terminar en el alto o en Garibaldi diciendo “es que te quiero un chingo wey, eres como mi hermano” donde tienes que hablar con mucho cuidado porque si no te chingan, donde tenemos todo el flujo de migración proveniente de latino América, donde yo nací, donde yo crecí y donde yo me hice lo que soy.
(Lo curioso es que en unos meses será igual pero hacia latino América)



desfragmentacion de el americano con el mexicano en sudamerica
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